domingo, 11 de noviembre de 2012

Un verano más sin grillos y sin murciélagos, verano de calor artificial, 

de gatos tiñosos y palomas sucias, de naranjos negros y balcones muertos. El viejo busca la sombra, y el perro, pero no hay, sólo hay sombra bajo tierra! El aire huele a neumático rodado, agrietado, de estos que se pudren en las cunetas de las carreteras. Y el abuelo da un paso adelante por buscar algo de brisa en el desplazamiento. No limpia el sudor de su frente porque no tiene pañuelo, los viejos ya no los usan, tan sólo llevan una enigmática bolsa blanca de plástico arrugada. Quizás dentro lleven grillos!!... Un verano más de noches insonoras...incoloras... inodoras, más bien hediondas, ya no desprenden las damas de noche su aroma, sino que apestan a lagartija seca, como los ojos de los ciegos. Tampoco llevan pañuelos los ciegos, ni se detienen cuando pisan los excrementos de los perros, siempre es de noche para ellos y escuchan el espacio, pero no a los grillos. Cada verano se presenta sin algo, resisten las moscas pero están lentas y ya casi se atrapan como si lucharan contra un cristal, se entregan prácticamente. Alguna abeja ha renunciado a volar y repta haciendo enes con su cuerpo como las orugas. Y los gorriones perduran, siguen entre nosotros, pero quedan pocos y los que quedan se fríen en el asfalto... Entonces nos preparamos para vivir un verano más sin grillos. Los gitanos sacan las barrigas al sol para golpearlas sudorosas, y los niños de pueblo se entretienen apaleando perros en la hora de la siesta, les divierte! Atardece, cae la noche de verano en Sevilla....

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