sábado, 24 de noviembre de 2012

...hace tiempo que no sabes de mí, y de pronto aparezco,

no sé el tiempo que podré pasar contigo, tan sólo vine a saludarte, a saber de ti, y a dejarme ver para que no olvides que cuentas conmigo, y sin embargo estás dedicando todo este precioso momento de reencuentro a pedirme explicaciones. Miras atrás, siempre, es muy femenino eso de desperdiciar momentos presentes tratando de encontrar explicación a lo que pasó ya, por eso en vez de centrarte en el ahora, en vez de saborear este instante, lo enturbias interrogándome, curioseas dónde he estado todo este tiempo, no puede ser, y ahora entro en escena como si nada...Es que nada, mi querida enemiga, ocurre absolutamente nada, cada día sea tabula rasa, tú y yo somos nuevos en este instante, no existíamos hace dos segundos, ni existimos hace dos segundos, del pasado nada hay que se pueda traer, nada hay, no es, tan sólo le pusimos nombre a algo que no existe, así de estúpidos somos, pero eso a ti no te importa por lo que veo, no te trae interés que esté ante ti, que haya venido por iniciativa propia a saludarte, eso lo obvias descaradamente, lo único que necesitas ahora para poder sobrevivir es mi explicación sobre el fenómeno de mi ausencia días atrás, no te ocupa lo que de nuevo te pueda aportar, ni el hecho de mi presencia, además tan poco aprecias el gesto de mi visita que te arriesgas a espantarme, me invitas a huir. Mientras, analizo tu expresión, esa forma que tienes de entornar la mirada, en un discurso paradójico de te odio porque te quiero, te mato por tu bien! No mi gorgona protectora, no quieras darme lecciones de supervivencia y aprende de lo que tú predicas, porque a veces es como si el sermón no te lo aplicaras a ti misma, la tú que habla no es la misma que la tú real......Sabes lo que necesitas? una mentira, como la inmensa mayoría de las de tu género, y sabes que no te ofendo, que no te trato de ingenua, y es que cuando te miento entiendes que lo estoy haciendo, te sitúas bien arriba y contemplas mi laberíntico esfuerzo por obtener tu beneplácita aceptación. Cuéntame cuentos, que me entretienen, así me quieres, te gusta verme ahogado en mi propia falacia, y sólo cuando despiertas en tu rostro indulgente una hierática sonrisa es cuando se me permite entender que he sido piadosamente perdonado, y entonces aceptas mi cortesía y hasta me ofreces algo para tomar después de haberme retenido angustiosos minutos en el oscuro cadalso que representa el umbral de tu puerta... He aquí la nueva escena, juntos platicamos relajadamente en la mesita de la cocina, sabes que no me gustan los sofás esos esponjosos que te engullen y trituran la cerviz, el té siempre lo tomé contigo aquí.Me brindas la chocolatina de la paz! Ya se ajustaron las piezas del engranaje, tú contenta con tu mentira recién cocinada, yo respiro mientras me arrepiento de haber venido y un sentir común, un nos odiamos pero no podemos pasar el uno sin el otro, que nos mantiene a cada momento envueltos en el sainete y el entremés!

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