domingo, 11 de noviembre de 2012

Nunca antes ha habido tanta juventud sola, 

que no solitaria, porque los que somos solitarios estamos enamorados de la soledad, ella nos entiende, nos da la libertad que necesitamos para hacer las cosas, y no nos cuestiona lo que hacemos o dejamos de hacer. Sin embargo cada día sobrevive más gente sin compañía aun sin ser solitaria, lo cuál sí es preocupante pues en el caso de algunos lo dramático de la situación les lleva a la renuncia absoluta a todo. La soledad se encuentra antes de lo que nos imaginamos, no es necesario buscarla para que de pronto se instale en nuestra vida, y por sí sola constituye todo lo que poseen aquellos que ya no tienen nada, y digo absolutamente nada, porque a muchos he oído decir que desean soledad aunque se refieren a esa soledad que se comparte con otra persona, es decir, un poco de retiro, cosa que no disgusta a nadie. La soledad es como algunas ciudades, buenas para visitarlas de vez en cuando, pero nunca para quedarse en ellas. No es un estar, la soledad no es eso, no es estar, sino que es un sentir. Armstrong en la luna estaba muy acompañado, aunque por momentos no tuviera a nadie a su lado, pero son muchos los que en multitud se sienten solos, y esa es la auténtica soledad. Una tarde tomando café con amigos te sientes solo, incluso conversando con ellos te sientes así, algo te dice que no estás en tu lugar, y que todos van por un camino que no es el tuyo, te sabes excluido, autoexcluido....amigo, sufres soledad! Cuánta gente joven sola hoy en día! Es lamentable. La juventud, al igual que la soledad, no es un estar, ni un ser, ni se está joven ni se es joven, sino que se trata de otro sentir, te sientes joven. Cada vez se invierte más en sentir juventud y menos en sentirnos acompañados, y todo esto se traduce en una breve expresión, egoísmo narcisista, egocentrismo, egotismo, culto al ego, pero tánto que acabas despreciando al prójimo, y no hay mayor atentado contra el sentido común que despreciar a tu semejante. El egoísmo conduce al miedo al compromiso, y eso es lo que le sucede al sector masculino de la juventud en soledad. El sector femenino en soledad es más bien víctima de lo anterior, de ese miedo al compromiso de ellos, aunque cada vez más ellas necesitan menos de ellos para sentirse solas, muchas alzaron el puño y gritaron eso de no necesito a nadie para existir!. El miedo al compromiso nos lleva hoy en día a recelar de todo aquello que en algún momento pueda impedir que hagamos lo que nos apetezca en cada momento y es por eso que el joven empieza a coquetear peligrosamente con la soledad sin tener en cuenta sus consecuencias. Lo que al principio comienza como un juego de valentía, la lucha heroica del guerrero solitario contra el destino, va afectando a la personalidad del individuo hasta desnaturalizarla e inutilizarla....Hay mucha oferta de todo, nuestros sentidos atraídos por los cantos de sirena no están para lo que deben estar, podemos aspirar a todo, para qué queremos una si podemos tener dos! Mas definitivamente nos quedamos con ninguna...

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