Digamos que coexisten dos infinitos y ambos confluyen
en un punto del universo que se llama mente humana. Uno se expande fuera de ella; el otro dentro. La mente es la cocina donde se elabora el pensamiento tomando ingredientes de los dos infinitos. Depende de la buena selección de éstos la mente sana. Demasiado condimento interior la oscurece y lo contrario la encandila. La razón es el tamiz que suaviza el sabor de las ideas; la intuición adereza con especias. La duda amarga y la desconfianza ensosa.
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