...obsérvate, ya te dije que te enamoraras antes de mis defectos,
que las virtudes gustan a cualquiera, pero no te servían mis consejos absolutamente de nada, quizás me vieras como a un enemigo que avisaba de sus intenciones, mi sinceridad te atrajo tanto que obviaste mi propósito principal y mientras tus sentimientos te hacían más dependiente de mí ibas acumulando ansiedad sin percatarte. De tanto como has sufrido has llegado a la más sosegada indolencia, ante tu semblante inerte me desplazo como una sombra incómoda sin que aprecie parpadeo alguno, sólo un pensamiento petrificado y erosionado puede mantener el iris inmóvil de ese modo tan de muñeca antigua. Quien mereciera tus lágrimas nunca te haría llorar, y yo he secado tu mirada con la crueldad de mi indiferencia. Has dejado de preocuparte y no es bueno que lo hagas si tampoco te ocupas pues eso es apatía...No sé cómo vives de ese modo, qué idea te da ánimos a levantarte cada mañana.Tan sólo existe algo peor que condenar a morir, y es condenar a vivir, porque cuando has enturbiado tanto el presente que ni siquiera ves donde pisas sólo puedes asirte a la esperanza de que algún día todo acabe. Una vez fuimos amigos, y no sé de qué modo terminamos enamorándonos, y sin embargo, ahora que hemos dejado de ser amantes sólo nos queda seguir como enemigos, pero jamás amigos, y es que esto de el viaje de amor no tiene retorno, la isla que abandonamos nunca más volvimos a encontrarla aun conociendo sus coordenadas, en aquél lugar sólo queda vacío y alguna ruina irrecuperable, ya no podemos conversar como cuando éramos amigos, ni mirarnos a los ojos naturalmente sin necesidad de hablar, ya todo se enrarece mientras nos negamos a aceptar que lo prudente tras el desamor es la despedida, pero por lo que veo nos resulta imposible decirnos adiós, con lo fácil que fue decirnos hola al principio! Y es que tras el adiós llega la ausencia, y eso es lo que nos aterra, la desolación y esa paradójica sentencia que mezcla perdón, pues el adiós como final siempre tiene algo de indulto, y venganza, ves? clemencia y castigo, eso es un adiós definitivo entre dos amantes. Además, siempre dijimos que el amor debe terminarse con un adiós, y que los enamorados que nunca rompen acaban apagando el amor, lo hacen envejecer, y desaparecer torpemente. El amor que se termina tras decir adiós es como el artista que muere joven, ya eternamente será joven, y ya en nuestro caso sólo se dirá que hubo amor y nunca dimos lugar al desamor, porque antes nos dijimos adiós...Y siempre regreso, no fue entonces definitiva mi partida, aunque escuchaste adiós, se trataba de un inseguro hasta luego, y aquí me tienes, tomando té ante tu mirada de muñeca antigua. Sé que sufres, sé que no debo ofrecerte mi amistad cuando lo que me pides es amor, no debo dar pan al que pide agua, pero sólo puedo ofrecerte pan o nada, y ésto último se me hace imposible, lo siento! El hombre que siente mucho habla poco, y aquí me tienes como un triste charlatán. A mi favor cuenta que aunque hablo, no digo nada, no sé si tengo algo que decir o que decir algo, quizás son sólo palabras hueras que lo único que pretenden es eclipsar estos silencios que tan incómodos se han vuelto con el tiempo. Y pensar que antes eran hermosos preludios al beso!
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