sábado, 1 de diciembre de 2012

...me estabas mirando, te vi por el reflejo del cristal,

 no te dabas cuenta pero en realidad nos observábamos los dos. Esperas descubrir algo en mí? Me llegaste a conocer lo suficiente como para aborrecerme pero resististe el impulso demasiado tardío del intstinto dormido y en definitiva fuiste derrotada, y los derrotados en el amor están condenados a no olvidar y a girar enternamente en la noria oxidada de la mente enferma....Que era consciente, dices! Olvidaste que soy de los que llegan tarde a los sitios aun sin ir, o al menos vivo con esa sensación, siempre tarde! no creo que sea saludable vivir con la duda de si merece la pena seguir avanzando cuando tengo la certeza de que ya no llego puntual, además, no me esperan en ningún sitio. Me siento como un acontecimiento aislado en el espacio y en el tiempo, como algo de gran relevancia histórica que jamás ocurrió, ni ocurrirá, éso es,una especie de Ilíada... Nací en el tiempo en que no se podía hablar, crecí en el tiempo en que no se debía hablar, y ahora vivo en una época en la que no se puede llamar a las cosas por su nombre, y aún pretendes que te aclare ésto cuando ni te diré lo que pienso ni oirás lo que quieres! Todo es confuso, aunque continúas mirándome y estás convencida de que encontrarás algo que justifique la triste sentencia, y ya te anticipo que no hallarás nada más allá del simple charlatán en que me convierto cuando no duermo, pero qué más da, si hablas mientes, si callas mientes, la mentira es al hombre lo que el sonido a la música, y eso que antes estaba convencido que del mismo modo que el que ahorra dinero se hace rico, el que ahorra en palabras se hace sabio, aunque si no puedes expresar la sabiduría de poco te sirve, para qué memoriza poemas el mudo, para qué pinta el ciego si ni aquél podrá recitar ni éste verá su obra, quizás consista en un goce intelectual más que sensorial y mi alter ego haya encontrado calidez en tu mente en forma de ensoñación idealizada absolutamente desconocida para mí, empiezo a entender la divina ceguera, estupidez que nos permite creernos en felicidad cuando nos dan la palmada en la espalda, tanto nos necesitamos! pero sin embargo cuando te escondes todos te buscan y cuando sales a escena todos te ignoran, nos necesitamos pues para despreciarnos, para mostrarnos indiferentes, por favor ven a mí que te quiero desconocer!...no dejas de mirarme, y además sé que ves algo en mí que no me quieres desvelar, observa la situación, quién iba a decirnos que algún día sólo seríamos recuerdo el uno del otro, un eco lejano y estéril....quizás deduzcas que estar juntos no consistía en otra cosa, que no habría de ocurir nada más, que sólo éramos solos tú y yo reflejados en el cristal de una vieja vitrina, y así debiera ser siempre, no? pero bueno, me iré antes que tú, el mismo óxido detendrá la noria

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