domingo, 28 de julio de 2013

...toda música es triste...es más; 

la música nos gusta porque nos acercamos a la tristeza sin sufrirla; es la misma sensación morbosa que experimenta quien asiste a festejos taurinos...se deleita sintiendo miedo sin sufrirlo; desde la seguridad de la barrera... Quien va a un recital de piano nunca pierde la esperanza de ver fallar al pianista; igual que en la plaza todos desean ver sangre; y no sólo del animal; sino también del toro... En realidad de ahí nace la necesidad de convertir nuestros temores en espectáculo público; por eso la música se emplea como herramienta para uno de esos shows, el recital, en que uno alimenta su ego mientras otros desean verlo por los suelos; y al final todos aplauden cinicamente felices...

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